A una mujer misteriosa y bella (alegoría)
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Belleza misteriosa, de paz y tempestades,
yo soy ese marino que te ama hasta la muerte,
navego por tu cuerpo de furia y de bondades,
y vivo con tu aroma por fortuna y por suerte.
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Disfruto tu presencia, de sobras adorada,
por este que te sigue cosido a la cintura,
y me baño de día, de noche o madrugada,
en el agua salada que tu amor me procura.
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Me nutro de la brisa, que llega sin recelo
como una gran sonrisa; ¡para qué más riqueza!
si puedo recorrer contigo bajo el cielo
todo lo que me ofreces, misteriosa belleza.
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